LA REVANCHA DE JUDAS
¿Quién lo diría? ¡Judas tenía un evangelio! Y aunque su versión de la “traición” es lo que podía esperarse de quien la cometió (“¡sólo seguí órdenes!”), todavía lleva las de perder estando 4 a 1, así que habrá que esperar que aparezcan los diarios de viaje de los demás apóstoles para conocer el marcador final. Aunque la iglesia católica no se ha pronunciado abiertamente sobre el tema, es difícil suponer que agregará dicho evangelio a la Biblia, y no sólo porque contradiga varias cosas que los otros cuatro evangelios dicen: se supone que la Biblia no tiene errores y que tenemos la versión completa. Diferentes comités terrenales se dieron a la ardua tarea de votar y seleccionar cuáles libros eran divinos y cuáles no; pero eso sí, guiados por el Todopoderoso, no sea que haya dudas respecto a las decisiones tomadas. Si Dios hubiera querido que ése y otros escritos estuvieran en la Biblia, lo estarían, ¿no?: “Con Dios, todas las cosas son posibles (Mat. 19:26) y puede hacer todo lo que Él desee (Job 42:2)”. Argüir lo contrario atentaría contra la sabiduría de Dios, y por eso varios obispos mexicanos y de otros países como Chile se apresuraron a descalificar dicho evangelio.
Entonces el Todo-Lo-Sabe (favor de no leer este nombre al revés) no consideró importante mencionar nunca que había un quinto evangelio que disentía ligeramente de los tradicionales “Fab 4”. Él podrá saberlo todo, pero no por eso iba a decírselos todo, ¿verdad? ¡Sorpresa, sorpresa!
¿CULPA DE QUIÉN?
Pero, siguiendo la trama de la historia tradicional, el mismo Jesús eligió a sus apóstoles, incluido a Judas, que más tarde se convertiría en traidor, a sabiendas de que de así se cumpliría el destino que Dios le había deparado. Si elegir a alguien como Judas era necesario para la serie de acontecimientos que eventualmente habría de ocurrir, entonces ¿por qué quemar a “Judas” el Sábado de Gloria, si en realidad estaba colaborando con el plan de Dios? Después de todo, fue gracias a la crucifixión y la resurrección, que todos los que la aceptan renacen, son salvos y tendrán vida eterna, ¿o no? Pilato, Barrabás y Caifás también colaboraron activamente en este supuesto acontecimiento, y los cristianos no parecen estar muy agradecidos con ellos tampoco. Sin ellos, no tendrían razones para ser cristianos, ¿o sí?
También, si todo estaba predestinado tal y como dice la Biblia que lo estaba, ¿no podría considerarse la elección del infeliz Judas como una condena a muerte? Judas se suicidó luego de cumplir con su papel en la “profecía”. Mmm…
SUICIDIO PASIONAL
Ahora pensemos en que si Jesús vino al mundo con el conocimiento previo de que por mandato divino tendría que morir para salvar al mundo de sus pecados, entonces murió por voluntad propia y por una creencia religiosa. ¿Estamos?
Bien. Morir voluntariamente, ya sea por mano propia o permitiendo que otros lo ayuden a ello recibe el nombre ineludible de suicidio en ambos casos. Cuando uno se priva voluntariamente de algo (inclusive la vida) en beneficio de otros, solemos llamarle entonces sacrificio. Al parecer hay una sensible diferencia entre morir por una doctrina o institución establecidos, y morir voluntariamente por otra razón menos loable y sí más egoísta.
¿Ejemplos? Los soldados caídos en combate son objeto de admiración y honores póstumos, porque se entiende que voluntariamente “mueren por la Patria”, aunque la Patria no tenga la culpa de las obsesiones bélicas de sus gobernantes. Pero en un contexto diferente y más individual, están los enfermos de alguna enfermedad terminal. A pesar de lo que alega, la iglesia no parece especialmente compasiva con ellos cuando expresamente solicitan (y hasta ruegan por) la eutanasia cuando el dolor y el sufrimiento se vuelven insoportables y ni la medicina y menos las oraciones sirven para aliviar la pena. Son suicidas en potencia y suicidarse es “pecado grave”, lo que condena eternamente el alma del individuo, continuando así con su sufrimiento aun después de la muerte. La eutanasia también es ilegal civilmente (excepto en algunos países), pero al menos las “leyes de los hombres” no pueden condenar a la víctima a ningún castigo adicional si ésta consigue su propósito. Faltaba más.
¿Y qué entonces con el sacrificio? La misma palabra va seguida de otra, como dicen que pasa con las serpientes: esa palabra es “mártir”. Muchas religiones nombran así a quienes mueren defendiendo su fe, sobre todo si son asesinados por los llamados “infieles”. Este tipo de mártires se inmolan alegremente (y se llevan a gente inocente entre las patas) cuando consideran su fe amenazada, y lo hacen con la firme creencia de que consiguen automáticamente un pase de ida al paraíso. Jesús murió con la convicción de que lo hacía para la salvación de nuestras almas, voluntariamente. Los motivos y las consecuencias de uno y de otros podrán presentar diferencias, pero en todo caso el móvil es la fe ciega en una creencia religiosa, con mortales consecuencias.
Entonces, ¿por qué los integristas musulmanes son considerados suicidas y el máximo integrista cristiano no? ¿Por qué un enfermo terminal de cáncer es un suicida si logra la eutanasia, pero no lo es un soldado convencido de su misión y su patriotismo, muerto en Irak? Eso se llama “medir con doble vara”, y no es nada nuevo: está en la Biblia.
Comentarios, recordatorios familiares, maldiciones y boletos de ida al infierno (sin escalas en el purgatorio), en la sección de comentarios, por favor.
JJ
Mérida, Yucatán, 14/abril/2006
Etiquetas: Cristianismo, fanatismo, fundamentalismo, Mitos, Religión